Cada alumno tiene diferentes maneras de ver y analizar el mundo y su realidad, diversos pensamientos y diversas prioridades, al pensar si un aprendizaje se puede medir, primero debemos pensar ¿Qué vamos a medir? La nueva reforma nos habla de que los alumnos deben estar preparados a resolver problemas cotidianos, lo que quiere decir que se les prepara para la vida; en este punto nos detenemos a analizar, ¿qué conocimientos son medibles y evaluables? Existen ciertos discernimientos que son medibles, como la resolución de problemas, el recordar conceptos, fórmulas, etc. cosas que en un examen se pueden preguntar y evaluar, pero ¿la vida se podrá evaluar? La vida no es algo muy abstracto que cada uno le puede dar un significado, si hoy la prioridad es que se preparen para la vida, ¿cómo medir eso? Un alumno puede ser el mejor en matemáticas pero no estar preparado para enfrentar sus problemas emocionales, mientras que otro puede llevar 6 en algebra y ser aún mejor que un ingeniero porque su aprendizaje más que teórico es práctico.
Aún si observamos las boletas, muchos de los alumnos pueden obtener notas altas como un 10 porque memorizó al 100% de un día para otro decidido a pasar el examen, entregó sus trabajos limpios y a computadora, asistió a cada clase, pero al final, para una semana después del examen todo a quedado en el olvido. También existen aquellos casos especiales donde cada alumno tiene una cognición diferente, no todos son muy buenos receptores, memorizadores, comprensores, etc. pero hay quienes a pesar de ello dan todo tan solo por comprender por que 2+2 te da 4 y no 5, ello también es un mérito evaluable, el esfuerzo, empeño, dedicación, cada cabeza es un mundo y con circunstancias diferentes. En mi campo laboral me he topado con infinidad de niños que a pesar de sus problemas en casa, su carencia económica y aún aquellos que tienen problemas ya diagnosticados, se esfuerzan cada día por aprender algo nuevo, aún si sus compañeros ya leen de corrido, estos se esfuerzan por diferenciar la “a” de la “e” y formar una palabra simple. En una ocasión un alumno al inicio de curso no sabía leer nada, pero siempre se acercaba para que me leyera, me pedía mis fichas de letras para repasar en casa y cada día ser mejor, me entregaba sus tareas y se notaba su esmero en que cada día lo hiciera mejor, al final, su boleta no reflejaba a un alumno modelo, pero su simple persona reflejaba el modelo a seguir de alguien con decisión a superarse, esa ocasión le entregué un diploma reconociendo su esfuerzo y la simple felicitación significaba más que un perfecto diez.
El aprendizaje no es algo trivial, es una maravilla y como tal no puede ser evaluado como tal, la vida no puede llevar un número para saber quién la lleva aprendiendo más, en la escuela más bien es un estímulo para demostrarles a los alumnos que siempre pueden mejorar, pero hasta ahí, incluso en ello nos podemos equivocar.
